martes, 6 de septiembre de 2011

La buhardilla danesa


Aquí se encuentra de todo. No podría ser más auténtica esta buhardilla. Subí un par de veces solo a echar un vistazo antes de decidirme a coger alguno de esos trastos. El acceso se encuentra en la puerta trasera que lleva a una escalera de madera casi de caracol que desciende hasta el jardín. Junto a la puerta del lavabo, que sí, está fuera del piso. Algo sumamente extraño en este país. La verdad es que tenía todo lo que pudiera necesitar, que no es mucho. Excepto mi cama -sofá- que encontré en la calle, a pocos metros de mi edificio, a los 20 minutos de pisar el apartamento que se encuentra justo debajo de la buhardilla.

Estamos en Aarhus, Dinamarca. No es casualidad. Todo esto debe formar parte de algún divino plan que se nos tenía reservado a estas alturas de la película. La cuestión es que, la mesita que sale en primer término, ya está en mi minimalista habitación danesa junto a una pequeña mesa redonda de jardín, metálica y negra, y una silla blanca de madera como la que debió tener alguna de las abuelas que nunca conocí. Esos son mis únicos muebles junto a una cómoda blanca de Ikea que ya estaba allí. Es casi un snobismo coger un mueble prestado, coger nada. Pero quién no quiere tener la posibilidad de desayunar en una mesa de jardin en las grises mañanas danesas. No sé de quién son. Pero en este país es todo confianza. Una simple nota informativa nos abrió la posibilidad a amueblar toda la casa.